DERECHOS DEL NIÑO
Madres
que matan a sus hijos y/o a sus parejas o exparejas (o viceversa); nuevas leyes
para legalizar los abortos; para la tenencia compartida; niñ@s secuestrad@s durante la dictadura militar que siguen recuperando
su identidad –y much@s otr@s que todavía no-; leyes de violencia de género que
permiten que madres alienadas (o “terroristas familiares” como dice la inglesa
Erin Pizzey) secuestren e impidan –con falsas denuncias- a sus exparejas todo
contacto con sus hij@s; abusos y prostitución infantil; experimentación de
vacunas y otras drogas legales altamente nocivas en nuestros hij@s; y una violencia familiar, de pareja, y social,
general, mundial, creciente: en las calles, en los campos y selvas, y en los
hogares. Los turbulentos tiempos que corren ponen a nuestros H.I.J.O.S. e
H.I.J.A.S. en el centro de la escena: secuestrad@s, maltratad@s, abusad@s, y víctimas de una nueva Dictadura de Género -o de
un Neopatriarcado (travestido de matriarcado)-. Con un pasado y un presente
robado y un futuro con una Tierra hipercontaminada por un sistema dominante
imperial corrupto.
Por Xuan Pablo
Gonzalez
“Apartar a un
hijo de su padre o de su madre es una acción de violencia psicológica. El
perfil es el de un maltratador.” Adolfo Alonso Carvajal, presidente de Fundación Child Care
“La
obstaculización de vínculo es un delito.” Graciela Manonellas, abogada argentina,
autora del libro La responsabilidad penal del padre
obstaculizador. Ley 24.270. Síndrome de Alienación Parental (SAP)
“Con objeto de
atacar al padre, la madre termina cometiendo un cierto abuso contra su hijo.” Alicia Cortalezzi, doctora en
psicología clínica, perito forense y consejera en minoridad
“Dañás
el futuro de tu especie.” Karen Nelly, del libro Veo con otros ojos
“En las
relaciones de familia, en el trato del mundo, ¿qué lugar ocupa la mujer? Unas
veces sufre esclava, otras tiraniza; ya no puede hacer valer su razón, ya
impone su capricho.” Concepción
Arenal, feminista española del siglo XIX, de su artículo La mujer del porvenir, Capítulo I, Contradicciones, del libro Antología del feminismo
“Estas mujeres,
motivadas por profundos sentimientos de venganza, rencor y animosidad se
comportan de una manera particularmente destructiva; destructiva para ellas
mismas pero también para los restantes miembros de la familia, de tal manera
que complican una situación familiar, ya de por sí mala, en algo mucho peor. He
considerado justificado describir a estas mujeres como “terroristas familiares”.
Erin Pizzey,
activista y escritora inglesa
“El fanatismo de
género se ha olvidado a los niños, que tienen que seguir teniendo un padre y
una madre”. Francisco
Serrano, abogado y exjuez español, perseguido por denunciar algunas injusticias
de las nuevas leyes de violencia de género.
“A la luz de
numerosas decisiones judiciales se ve hoy que, en la práctica, a muchos hombres
se les impide ser padres presentes, se les prohíbe el ejercicio cercano y
amoroso de su paternidad, se los condena a la condición de meros proveedores
económicos. Una justicia que sigue creyendo,
atávicamente, que los hijos son más de la madre que del padre, que el papel de
éste se agota en el aporte de simiente, apellido y sostén material, que
desconfía (a través de sus fallos) de la capacidad masculina para la crianza,
para el cuidado y para el amor, es, hay que decirlo con todas las letras, una
justicia machista. Condena a las mujeres a parir y a los hombres a proveer. Y,
lo peor, aunque diga actuar en función de lo más conveniente para "el
menor”, no ve en el hijo a una persona, lo ignora como tal, lo despoja de una
fuente de amor necesaria y lo convierte en mera pieza inerte de un mecanismo
jurídico.” Sergio Sinay, periodista y escritor argentino
“Amenazados,
amenazados. Custodiados, custodiados… Viendo, como te despojan,de los talentos
que son tu herencia. Quieren robarnos nuestro pasado, quieren robarnos muestro
presente. El futuro no podrán, te lo aseguro.” Fidel Nadal,
músico popular de reggae
“La Convención de los
Derechos del Niño nos dice en su artículo 7 que “el niño tiene derecho a
conocer a sus padres y a ser criado por ellos”. Y el artículo 9 nos dice que
“tiene derecho a nos ser separado de ellos, excepto por el interés superior del
niño y a mantener relaciones personales con ambos padres… Porque ese ningunear
que la justicia suele hacer con el padre tiene por principal víctima a los
hijos”. Jorge
Luis Ferrari, de su trabajo Ausencia
paterna y maltrato infantil, expuesto en el III Congreso Internacional La Familia en el Siglo XXI:
Violencia, Familia y Sociedad, Mitos y Realidades
“Se hace
padrectomía, directamente quitarle el padre a un niño, y un juez no tiene
capacidad de responder. Los sistemas no están diseñados de acuerdo a la
naturaleza del conflicto familiar”. Alba Llanos, jueza de familia chilena que trabajó 27 años
y finalmente renunció desgastada ante las injusticias de los Tribunales
“El
derecho más importante es el derecho a amar.” Emma Golman,
feminista ruso-norteamericana, en 1917 en su trabajo La tragedia de la emancipación de la mujer
Bebés
y niñ@s
secuestrad@s
Nuestra historia reciente como nación ha puesto en
evidencia el secuestro de muchos niñ@s (se habla de por lo menos 500 bebés) que fueron
secuestrad@s y alejad@s de sus
progenitores –que a la vez fueron torturad@s y/o asesinad@s- por militares o bajo las órdenes de estos, y con el
consentimiento de la Iglesia
y la complicidad de todo el sistema médico-judicial-periodístico dominante, y
fueron entregados a familias expropiadoras: de ahí nació la que conocemos como
la generación H.I.J.O.S., que desde hace años luchan ejemplarmente en nuestro
país por recuperar su verdadera identidad, y contra la memoria y el olvido; y
desde ahí también han luchado valientemente por justicia las Abuelas de Plaza
de Mayo, y las Madres de Plaza de Mayo: por saber por sus hij@s secuestrad@s, por sus
niet@s secuestrad@s.
Pero esto no empieza en los 70, ni en el siglo XX: la Historia argentina nos
cuenta que esto mismo que pasaba durante la última dictadura militar, también
pasaba en gobiernos democráticos (los de Mitre, Sarmiento, o Roca, por ejemplo)
durante la llamada Conquista al Desierto, en los años 70 pero del siglo XIX (y
aún antes, con la llegada-invasión de los europeos a las Américas, a fines del
siglo XV): los niños y las niñas indígenas –mapuches, o tehuelches, o qom, o
guaraníes, por ejemplo- eran robad@s por los
“blancos” cristianos y civilizados winkas –cuya traducción sería invasores o ladrones-
a sus verdaderos padres, torturados o violados y asesinados –los indios y las
indias-. L@s niñ@s indi@s eran repartid@s y apropiad@s “entre los funcionarios y militares de la época, bajo la apariencia de una
adopción”, y mediante leyes, la educación “nacional”, y mentiras perversas les
“quitaban la memoria de su familia
verdadera”, como contaba la mujer de la Tierra, la cantante y poeta mapuche Aimé Painé,
cuando volvía la democracia al país allá por 1983.
Y la dictadura y la conquista al desierto terminaron
sólo parcialmente, porque muchas de sus taras y secuelas quedaron intactas: por
ejemplo sigue habiendo desaparecidos como Julio López, e indios (o pueblos
originarios) asesinados y perseguidos a los que se les roba sus tierras, como
el caso del qom (¡qué sincronicidad de apellidos!) Roberto López; y el
secuestro de niñ@s sigue hoy
vigente, como hace 200 años pero en nuevas formas: lo que agrave quizás la
situación en estos “nuevos” casos de “derecho familiar” que estamos
denunciando, es el parecido con el terrorismo de Estado- ya que ahora es el
propio progenitor –generalmente la madre-, la que secuestra a su(s) hij@(s) y l@(s) priva de
su libertad, l@(s) priva del contacto
con el otro progenitor, le(s) quita o tergiversa la memoria de su padre
verdadero, y l@(s) maltrata
psicofísicamente (negándole afectos, amor e identidad).
En términos psicológicos este trastorno que tienen
muchas madres –y algunos padres, aunque generalmente madres- es llamado modernamente
“síndrome de alienación parental”,
sostenido además sobre falsas denuncias policiales que realizan contra el otro
progenitor, por presuntas agresiones y abusos indemostrables –entre un 70 y 90%
de los casos-, ante la ley y la justicia. De hecho como cuenta la periodista Victoria Pérez Zabala (Padrectomía, la otra violencia familiar),
según “una estadística elaborada por la Universidad de
Minnesota detecta que el 77 por ciento de las denuncias son falsas”.
Si repasamos nuestra historia argentina, entonces, lo
que las madres “secuestradoras” y/o “terroristas familiares” suelen hacer ahora
con sus hij@s es, amparadas
por el mismo Estado (y su “Justicia”) cómplice, lo que solía hacer el Estado
terrorista o el Señor Gobierno y los terratenientes winkas, en la dictadura o
en la conquista al desierto: se acusa al padre –no hacen falta pruebas para
estas condenas más que la “declaración” de “la” denunciante- injustamente de un
delito que no cometió: ser bárbaro, salvaje o pagano (como se decía de los
indios), o subversivo, drogadicto y guerrillero (como se decía en los 70), o
simplemente ser “hombre” (como sucede ahora), y le privan por meses y/ o años de
la libertad de ver a su(s) hij@(s), y lo amenazan
y torturan psicológicamente, y en ciertos casos, también físicamente y en
formas extremadamente violentas: familiares o gente cercana a su expareja: de
hecho las alienadas y terroristas “familias
maternas, ante el embarazo de la hija establecen un cerco a su alrededor y no
dejan pasar al padre de la criatura, avasallando sus derechos” (Ferrari).
Al niñ@ secuestrad@ se le impide
ver a su verdadero padre: hay “una
privación ilegal de la libertad”, y por otro lado, no sólo se le miente
sobre su padre –que es malvado o psicópata, o violador, o lo abandonó, etc.-,
sino que hay “una supresión de identidad”
porque ese niñ@ crece con una
identidad en más de un 50 % falsa, sin su verdadero padre y el resto de la
familia paterna –repetimos-, y además hay “un
abuso y maltrato infantil”: al niñ@ se le priva del amor del padre y de todo contacto, lo
cual concuerdan unánimemente los especialistas, termina afectándolo psicológica
y físicamente, y consecuentemente la salud integral del niñ@.
Como dice en una nota reciente Sergio Sinay (Al padre lo que es del padre): “Hay estudios que muestran consecuencias
dolorosas de la ausencia física paterna (no necesariamente física, sino
emocional y funcional)… la mayoría de la población carcelaria ha carecido de
una figura paterna nutricia y orientadora… la violencia juvenil, las adicciones
de chicos y jóvenes, el alcoholismo adolescente”, etc., serían algunas
consecuencias de la ausencia de la figura paterna (algo que por otra parte al
sistema dominante le conviene para aumentar su maquinaria de control-social).
Por otro lado los perfiles psicológicos de las madres (o en
algunos pocos casos padres) secuestradoras, cuentan los especialistas tienen “muchos rasgos en común”. Y “estos padres (o madres) serían propensos a
negar y desdeñar el valor del otro progenitor”.
Dicen los cronistas que en estos casos de secuestro
generalmente hablamos de “hijos muy
pequeños, fáciles de transportar y de ocultar, los que muy rara vez se quejan o
expresan sus penas a otras personas”. También que las madres secuestradoras
“suelen contar con el apoyo económico y moral de
una red de familiares, amigos o grupos culturales, clandestinos o de la
comunidad”.
Y que muchas secuestradoras
no creen que tal acto sea ilegal
y perverso, y más cuando están amparados por una ley de género tan injusta, como
el sistema que la permite: “los tribunales, abogados y la corte de
psicólogos llamados a las evaluaciones proporcionan
un marco sin límites a la terrorista familiar; más aún, todo ello permite, a la
terrorista, continuar su comportamiento desaforado”, dice la especialista
inglesa en estos temas, Erin Pizzey.
Recordando a los anarquistas y la máxima de “la propiedad privada es un robo” (Pierre
Proudhon) vemos que en este caso la propiedad privada es el niñ@
secuestrad@, robad@ como “trofeo de una relación” sentimental, o dicho de otra
forma “la madre o la familia de la madre se apropian del bebé como si fuera un
objeto de su pertenencia o una mascota” (Ferrari). O como dice también la
abogada española María Pérez Galván: “Hay
mujeres que se creen que los hijos son propiedad privada y que podrán decidir
cuando están con su padre. Este planteamiento es erróneo y deleznable y los
perjudicados son los menores”. El secuestro de
niñ@s en estos casos también sería un crimen
pasional: un maltrato infantil que no es condenado por la Justicia argentina (ni en
general por las justicias del mundo sometidas a los mandatos del Imperio, vale
decirlo), y este es el motivo por el cual estos secuestros terroristas
familiares aumenten día a día (no hay estadísticas oficiales sobre el tema pero
estamos hablando de varios millones de niñ@s secuestrad@s en el mundo,
ya que en España por ejemplo, nomás hay más de un millón de casos, en estos
últimos 7 u 8 años).
Al juez o jueza –y su equipo de asistentes
sociales y psicólogos, etc.- lo último que les interesa es la salud del niño (y
esto lo reconocen los miembros de esta justicia), sino no salir ellos
perjudicados –por la misma justicia-injusta. Como también dice Sinay, escritor
y periodista: la Justicia “no
ve en el hijo a una persona, lo ignora como tal, lo despoja de una fuente de
amor necesaria y lo convierte en mera pieza inerte de un mecanismo jurídico”. Desde España, José Manuel de
Torres Perea, abogado -y autor del libro Interés
del Menor y Derecho de Familia-, coincide: “Desgraciadamente el menor en la práctica es lo que menos importa y, al
final, es la víctima del proceso”. Y desde Santiago de Chile otro abogado, Felipe Silva, dice
justamente que “los Tribunales de Familia
son simplemente “un circo””. Como vemos, la problemática se repite en
varios países del mundo globalcolonizado.
Sí, es innegable que hay y ha habido hombres machistas
psicopateados por un sistema occidental (religioso, político-económico y
estatal) que defendió el sometimiento de la mujer al hombre por al menos dos
mil años, y que maltrataron y/o asesinaron a sus mujeres o exmujeres –y lamentablemente
ha pasado mucho en nuestra decadente sociedad patriarcal, demasiadas veces-:
pero la justicia tiene un compromiso supuesto de investigar las causas, y de
poder distinguir entre denuncias falsas y verdaderas, entre acusados inocentes
y culpables, antes de proceder erróneamente, con restricciones improcedentes,
nocivas para la salud de los niñ@s, nuestr@s hij@s, secuestrad@s en esta(s)
democracia(s) progre(s) actual(es).
En nuestro país y en otros países como México,
Chile o España, e incluso EE.UU., se sabe que como dijimos la mayoría de
denuncias que hacen las madres secuestradoras contra sus ex parejas por
“violencia familiar” hacia ellas o sus niñ@s, son
falsas. “Las denuncias por violencia
están de moda”, dicen abogadas y abogados en nuestros tribunales, sabiendo
que los juzgados las duermen en sus despachos, mientras como reacción a las
nuevas violentas restricciones e injusticias, la violencia familiar aumenta:
como si el sistema legislativo-judicial mismo pretendiera avivar el fuego de la
violencia social.
Repetimos que hay un machismo occidental y una
violencia –milenaria- de una sociedad que sabemos en muchísimos casos se ejerce
contra las mujeres y l@s niñ@s, pero también “violencia es mentir”, como dijo el
Indio Solari. Y “Es una perversidad hacer un mal uso de una
ley para obtener beneficios y desgraciadamente hay denuncias que no se
corresponden con la realidad. En toda crisis de pareja se producen tensiones y
fracasos, pero no todo es violencia de género”, dice María Perez
Galván. Y en
estos casos concretos de falsas denuncias la mentira y la violencia es ante la justicia,
y la justicia actúa violentamente con restricciones penables, y la mentira
violenta termina siendo dañina para el niño y la niña, sin su verdadero padre, que
a la vez se encuentra desprotegido casi totalmente, si no existiera la ley
24.270, que como las leyes del estado que protegían –y protegen- a los indios,
casi nunca se cumplen.
"Es difícil
de narrar la perversidad que encierran las denuncias falsas por violencia
familiar y, sobre todo, sus consecuencias. La nulificación del rol y la
condición de padre es tan perversa como la violencia. En vez de dejar marcas en
la cara deja marcas en la estructura emocional de los chicos”, agrega el abogado argento Sergio
Dubove.
La
24.270
Manonellas cuenta que el
artículo 264 inciso 1º, del Código Civil, dice que aunque la madre y el padre
de un niñ@ estén separados, el padre –que generalmente no tiene la tenencia-
tiene igualmente derecho "a tener
adecuada comunicación con el hijo y de supervisar su educación".
Y aunque “El art. 1º de la Ley
24.270 tipifica como conducta improcedente la obstrucción del vínculo con el
padre no conviviente” (Manonellas), l@s niñ@s igual son secuestrad@s por
sus madres en forma “ilegal”, y estos actos violentos terroristas no son
condenados, sino que son protegidos por el Estado y su ley de violencia de
género.
Pueden pasar meses, años y
hasta décadas, hasta que un niño o niña restablezca el vínculo con su padre
verdadero, por culpa de la ciega justicia enviciada por un discurso “de género”
que se ha vuelto reaccionario y dictatorial.
La Justicia Argenta
Sabemos que la justicia de este país es
lentísima y vergonzante en muchos casos -y que la mayoría de los presos en las
cárceles son jóvenes morochos y pobres esperando sentencia, como reconoce el
mismo juez Eugenio Zaffaroni-, aunque últimamente se haya anotado unos porotos
con los juicios sobre la dictadura: unos sabidos genocidas y torturadores del
proceso militar, como Videla o Astíz, son condenados a prisión, después de una
impunidad de ¡treinta o cuarenta años!, después de haber cometido libremente sus
crímenes: y estamos hablando no sólo de secuestros más torturas, sino además asesinatos
de miles de personas.
Por otro lado hay genocidas y chorros
monumentales que nunca fueron condenados por la justicia, sino que
permanecieron y permanecen intachables, nunca fueron condenados, y siguen
siendo nuestros máximos héroes nacionales, pavoneándose en monumentos, calles,
manuales, etc.: los citados Roca, Sarmiento, Mitre, o Rosas, después de
cientoypico de años, de haber cometido innumerables crímenes: secuestros, robos,
torturas, asesinatos, etc. Nuestro Estado, nuestro Señor –o Señora- Gobierno,
nuestras academias, nuestros libros, nuestras escuelas, nuestros medios de
comunicación, etc. –oficiales o no oficiales, democráticos o no democráticos,
peronistas u opositores- los siguen celebrando con bombos y platillos, y lluvia
de billetes con sus caras de próceres bondadosos y demócratas civilizados, y fueron
torturadores, secuestradores y asesinos en masa: unos psicópatas carismáticos y
millonarios excéntricos, (y encima esclavos sometidos a mandatos imperiales económicos-culturales
extranjeros) son los que dan pulso a nuestra “identidad” y nuestro pensamiento,
y nuestra justicia bicentenaria.
Sí, nuestro “ser nacional” sigue celebrando
el crimen y el robo a gran escala, aunque de vez en cuando atrapen algún ladrón
de gallinas, y aunque hayan recientemente condenado algunos seres nefastos de
nuestro pasado más cercano. Pero volvamos a la justicia familiar actual, y
veremos que allí: “Las instituciones políticas y
sociales quedan a menudo empantanadas en paradigmas rígidos y arcaicos, no
registran las transformaciones de la sociedad en la que actúan y, haciendo más
de lo mismo que venían haciendo, no sólo se aíslan de las personas y de los
procesos reales sino que van en su contra. Además de no solucionar problemas,
los crean o se convierten ellas mismas en problemas. A la luz de numerosas
decisiones judiciales en casos de divorcio se ve hoy que, en la práctica,
muchos hombres sufren por haberse salido del rígido modelo masculino
tradicional” concluye
Sinay.
La
propiedad privada es el niñ@
La ley parecería que entonces se pone “matriarcal”
digamos, cuando protege a la mujer del maltrato machista: pero cuando no hay
maltrato machista alguno y sólo falsas denuncias por una venganza o despecho pasional
femenino, sólo queda la propiedad privada: y la propiedad privada es machismo,
es patriarcado y es capitalismo, lisa y llanamente, y es el niñ@ (en
el matriarcado todo era de tod@s, y los hijos también eran “de todos” como dice por ejemplo un
canto ritual de los Ibos del África, que dice “el hijo de uno es hijo de todos”: y en los pueblos indígenas de
todo el mundo, que vivían comunalmente y se respetaba a la mujer como par del
hombre, no existía la propiedad privada). Bajo la
fachada –o mascarada- del matriarcado, digamos, la ley sigue siendo el
patriarcado, un patriarcado desteñido, quizás, o un neopatriarcado, donde la
propiedad privada, la hipocresía y la mentira terrorista siguen mandando, aunque
ahora también en manos de mujeres que actúan como los más crueles de los hombres.
Como ejemplo citamos a una “femme fatal” a lo Margaret Thatcher, como conocemos
en nuestra historia reciente, que mandó a asesinar tantos jóvenes en nuestras
islas del sur: féminas tan genocidas, violentas, torturadoras y desalmadas como
los más crueles dictadores machos, también son parte y modelo de nuestras
sociedades contemporáneas, occidentales y cristianas, y supuestamente
“igualitarias” (Y no sólo contemporáneas: los Imperios más crueles y perversos
de los últimos siglos, como el inglés y el español, tuvieron ya muchas reinas
bien fachas y genocidas, gobernándolos).
Hace más de medio siglo el psiquiatra Wilhelm Reich, perseguido por gobiernos comunistas y capitalistas, y
asesinado por estos últimos en una cárcel norteamericana, y que también padeció
como padre y hombre político perseguido, el secuestro alienante de sus hijos e
hijas por su exmujer (como cuenta la propia hija de Reich), decía, en forma
amplia y generalizada (tanto a los pequeños hombrecitos, como a las pequeñas
mujercitas): “Pero cuando pienso
en tus hijos recién nacidos, el modo como los torturás con el fin de
transformarlos en criaturas "normales", a tu imagen y semejanza, me
siento tentado a acercarme a vos nuevamente con el fin de impedir tus crímenes.
Sé bien que estás "débil" y "sola", "dependiente de tu
madre, desamparada, que odiás a tu odio, que no te soportás y estás
desesperada. Y es por eso que destruís la vida del hombre con quien viviste,
pequeña mujercita, y tu vida sigue el rumbo mediocre de la mayor parte de las
vidas. Y sé también que los jueces y abogados están de tu lado porque no tienen
otra respuesta a tu desgracia”.
Pero
es realmente que no hay “otra” respuesta. ¿O es que la justicia capitalista
–apropiadora y desigual- se sigue tapando los ojos y no la quiere ver?
Porque “Cada
vez son más los hombres que denuncian una cultura judicial que no tiene en
cuenta su lugar como padres”, y “la
sola voz de la madre alcanza para obstruir la relación con sus hijos sin que la Justicia los escuche”,
como dice la periodista Lorena Oliva, y eso sucede acá y en muchos
países del mundo, bajo el ala del capitalismo imperialista.
“El
gran defecto de la emancipación de la mujer en la actualidad estriba en su
inflexibilidad artificial y en su respetabilidad estrecha” decía hace un
siglo la feminista ruso-norteamericana Emma Goldman (en La tragedia de la emancipación de la mujer), criticando ya el
feminismo capitalista neopatriarcal alienante, impuesto mundialmente, que ha “forjado” para toda mujer “nuevas cadenas” con “trágicos efectos sobre la vida interior de
la mujer”, haciéndolas creer por un lado “con una visión estrecha y puritana” que “el hombre es un personaje sospechoso y perturbador”, y por otro
haciéndolas “olvidar que un niño nacido en libertad necesita el amor
y los cuidados de toda persona que la rodee, sea hombre o mujer” (Goldman).
Por eso recuerda Emma con mucha actualidad, hace un siglo, repetimos: “la verdadera emancipación de la mujer no comienza en las
urnas ni en los tribunales, sino en el alma de la mujer, que tendrá que
terminar con la ridícula idea de que el hombre y la mujer representan dos
mundos antagónicos. La mezquindad separa y la libertad une”.
Nuestros
H.i.j.o.s. e H.i.j.a.s.
A menudo escuchamos decir a cualquier madre o
padre que lo mejor del mundo son sus hijos y/o hijas, y que todo lo que hacen
lo hacen por ell@s. Desde que me tocó la gracia de vivir la paternidad –que
el hombre-padre también la puede vivir y disfrutar no sólo desde la
fecundación, sino también desde el primer día de embarazo-, y de tener un hijo,
cuando esto sucede, digamos, uno se da cuenta que estas frases hechas pueden
ser carne, y ser sentidas.
Sin embargo como reciente padre me pregunto
que si tantos seres humanos –madres y padres-, pensamos y sentimos así, cómo
permitimos entonces todavía tantas injusticias y atrocidades, contra niñ@s,
contra mujeres, contra hombres, contra ancianos y ancianas, contra animales,
plantas, ríos, mares, y contra nuestra madre de todos y todas, la Madre Tierra.
Generacionalmente me siento orgulloso de ser
parte de la generación H.I.J.O.S., porque hay una “lucha que nos parió”: el secuestro infantil y la apropiación de
menores es una realidad actual y un problema de mi generación, y así de toda la
genética argentina, si recordamos la epopeya fundadora de la conquista al
desierto: si hacemos un neorrevisionismo histórico tenemos doscientos años
viendo como el Estado capitalista (o el Sr. Gobierno, civil o militar),
occidental y cristiano, permitió el secuestro de nuestros hijos e hijas, casi
ininterrumpidamente, siempre con efectos alienantes.
Y si de verdad nuestra sociedad mejora o
evoluciona, y si hay un verdadero y profundo cambio de paradigmas sociales, y
si de veras “la familia es la base de la
sociedad” como sostienen tantos discursos progresistas o (neo)arcaicos, entonces
el derecho familiar tiene que cambiar urgentemente. Porque no puede existir un derecho
o justicia que no admita que en la vida de un ser –un niño o niña-, son dos los
que intervienen en su creación, en un cincuenta y cincuenta, como el yin y el
yang de los taoístas chinos: ni matriarcado ni patriarcado, un niño o niña es
fruto del amor y la paridad de dos, y merece estar cerca de los dos, de su
madre y su padre. Porque la balanza tiene que estar equilibrada, y los derechos
también. Y un hij@ no es un premio de “una
separación de bienes gananciales”. Nuestros hijos e hijas, con su inmenso
amor (libre de las mezquindades “adultas”), deberían ser los faros que nos
impulsen a cambios más profundos en nuestras formas de relacionarnos entre tod@s.
Al respecto dice Adele Getty en La diosa, madre de la
naturaleza viviente: “La transformación de la conciencia que
requiere el nuevo milenio no consiste únicamente en volver al antiguo
matriarcado, sino que supone una forma totalmente nueva de participación plena
en la vida. Sólo la combinación de lo femenino y lo masculino, funcionando en
armonía puede producir un cambio radical. El antiguo modelo de poder duro
implica dominación y control, poder sobre otros, sobre lugares y cosas; genera
miedo y alienación, y se refuerza con la violencia. El poder blando surge del
interior y genera una sensación de unión y creatividad. Es el poder del respeto
y la comprensión mutuos.”
¿Nunca
más?
En pleno centro porteño, en un edificio del
Congreso de la Nación,
hay un mural de Mónica Corrales, y un poema de Carolina López Forastier, que
dice así:
“¿Dónde
estás papá?
Golpear
puertas
¿Qué
puertas?
Robaron
mi infancia
y
mis juguetes.
Robaron
a mi papá.
Ya
no van a poder robarte nada hija mía.
Ahora
estamos todos.
Que
cada lágrima derramada
Sirva
para no perder la memoria ni la fuerza del nunca más.”
Sin embargo el “nunca más” no ha acabado
todavía, y suena a discurso hueco: para muchos de nuestros h.i.j.o.s e h.i.j.a.s
nacidos en democracia, a los que fallos injustos de la Justicia (muchas veces
corrupta y/o inoperante, con jueces, abogados, psicólogos, y asistentes
sociales que vienen de la dictadura o heredan sus taras siniestras, cargadas de
perversión, autoritarismo y violencia) maltratan continuamente. Nuestros
h.i.j.o.s e h.i.j.a.s siguen siendo secuestrad@s y
torturad@s –supuestamente “protegid@s” por leyes netamente “terroristas” y terroríficas- y les
roban a sus padres vivos y verdaderos que l@s
aman. Y les siguen robando la infancia, el amor, las enseñanzas y la identidad,
como si el tiempo no pasara.
Por eso estas páginas reclaman el fin del
secuestro de niños y niñas, en cualquier forma (por temas raciales, políticos,
ideológicos, o de género), y la aplicación verdadera de leyes como la 24.270, y
a la vez la creación de nuevas leyes que aboguen por la tenencia compartida de nuestr@s
hijos e hijas, y los derechos reales de ambos progenitores sobre sus hijos e
hijas, desde el nacimiento mismo.
“En la Convención de 1989 de
los Derechos del Niño, se hace repetidas referencias, concretas y específicas a
que los hijos deben ser criados por sus dos padres y que deben mantener siempre
el contacto personal directo con ellos, aún cuando vivan en Estados diferentes
(art. 10)”,
agrega Ferrari. Algo que todavía,
vemos, no se cumple, ni remotamente.
“Pero
hay que pedir más
hay
que exigir más
hay
que poner más
de
nuestro lado…
Sólo
hasta equilibrar la balanza.
La
balanza no se va a equilibrar
hasta
que con tus fuerzas lo vayas a lograr…
Los
wawawachines no dejan de llorar
comida
en sus bocas tenés que procurar
más
cultura les tenés que dar
con
toda la dulzura no me tengo que olvidar…”
Fidel Nadal
Bibliografía
básica consultada
- Canto Mapuche,
búsqueda americana, entrevista a Aimé Painé de
Leopoldo Brizuela, diario Madres de Plaza de Mayo.
- La responsabilidad
penal del padre obstaculizador. Ley 24.270. Síndrome de Alienación
Parental (SAP), Graciela Nora Manonellas
- La diosa, madre de la naturaleza viviente, Adele Getty
- Antología del feminismo, Amalia
Martín-Gamero
- Padrectomía, la otra violencia familiar,
Victoria Pérez Zabala,
La Nación Revista
- Trabajando con mujeres violentas, Erin
Pizzey
- La tragedia de la
emancipación de la mujer, Emma Goldman
- ¡Escuchá
pequeño hombrecito!, Wilhelm
Reich
- Ausencia paterna y maltrato infantil, Jorge
Luis Ferrari
- Al
padre lo que es del padre,
Sergio Sinay, La Nación
Revista
- S.O.S. padres: La batalla por los hijos, Lorena Oliva, diario La nación
- El Mapu del Desierto, Xuan
P. González
REVISTA CONTRACULTURAL
Para recibir el Boletín Contracultural:
contracultural-subscribe@gruposyahoo.com.ar